La Real está comenzando a sorprender a propios y extraños mostrando un nivel que pocos sospecharían al inicio de temporada, con una plantilla llena de jugadores formados en Zubieta. Aún menos si añadiéramos que se ha desprendido de dos jugadores foráneos en el mercado de invierno y no se ha reforzado con ninguno para cubrirlos. Ayer sin embargo una Real creativa y paciente fue capaz de tumbar a un Sevilla que por presupesto, plantilla y autogeneradas expectativas tendría que haber estado mucho más cerca de ganar en Anoeta que de salir absolutamente derrotada, como salió.
No es fácil repartir el mérito del resultado de ayer entre los aciertos de la Real y los errores del Sevilla. La Real movió bien el balón hasta posiciones de remate en numerosas ocasiones, en jugada colectiva y mediante pase largo, y las acciones individuales de Xabi Prieto, Vela o Pardo superaron la defensa rival en muchas ocasiones. También es verdad que el Sevilla perdió muchos balones en defensa (aunque la Real no los aprovechó más que para dar sustos) y que adoleció de capacidad de concentración tanto en defensa como en ataque. Pero eso no quita para que muchos jugadores de la Real rindieran ayer a muy buen nivel y la portería de Bravo sólo se viera amenazada en un par de ocasiones. Aranburu mostró su veteranía y maestría en la conducción de balón, Iñigo Martinez cortó todo y a todos los que se le pusieron por delante, Markel mantuvo el sitio y repartió balones en corto con solvencia… Una gozada de noche, en definitiva, a pesar del horario y la climatología. Que vengan más así.
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